viernes, 25 de marzo de 2011

"¡Importemos ya japoneses!"


Extraído de 'HiperCrítico.com'
Escrito por: Emilio Fernández Cicco


Cuánto tenemos para aprender de los japoneses que soportaron el cataclismo del terremoto, sumado al tsunami, sumado a la fuga nuclear con una paciencia que nosotros no concebimos ni para hacer la cola de la panadería. Bastaría con un cuarto de una de estas tragedias para hundir a la Argentina en el caos, la locura y la anarquía. Ellos se aguantaron las tres en fila india, sin saqueos ni estampidas de gente. Sin crímenes ni pandillas. Sin fugas de las cárceles ni gente acusando al gobierno o las plantas nucleares de desatar el colapso. Se la aguantaron muzarella.

Normalmente, los argentinos nos medimos por tres valores que, juzgamos, son nuestra carta de presentación en el exterior: el fútbol, la carne y las minas. Esta es la trinidad nacional que nos hace sobresalir en el mundo. Lo que nos llena de orgullo. Sin embargo, Japón acaba de demostrarnos que en el rubro cooperación, en el escalafón del respeto mutuo, andamos para el divino traste. Peleamos el descenso.

Aún más llamativo que la ola barriendo casas, arrastrando autos como si fuera cereales en un bol de leche, y pasando por agua una ciudad entera. Más poderoso que las grietas en el suelo, que el sacudón sísmico en hoteles, restoranes, oficinas. Más asombroso que eso eran los japoneses superándolo todo con temple samurai y paciencia de Buda. Una anciana de 70 años quien, tras dos días de vivir sepultada bajo los escombros de su casa, se inclinó con una reverencia silenciosa ante el rescatista que le salvó la vida. Sobrevivientes con barbijo apiñados en un refugio, gente que perdió familia, propiedad, y su vida entera flotando en una corriente de agua barrosa, hacían ejercicios conjuntos de estiramiento para aguantar el hastío. Personas varadas en aeropuertos dormían mansamente en el suelo, unos sobre otros, con frazadas mínimas. Refugiados en shoppings formaban una cola perfecta para recibir la caja de alimentos que entregaba un operario con una sonrisa.

Es impactante cómo hizo Japón para convertirse en potencia mundial con tan poco: una isla de 377.835 km2 –más pequeña que el estado de California-, que tiene que importar casi la totalidad de su comida porque no tiene lugar dónde producirla. Un país amenazado por sismos –este lo esperaban desde hacía 20 años-, sacudido por dos bombas atómicas y una guerra mundial que lo tuvo del bando loser.

Cómo quiero a los japoneses. Quiero nacionalizarlos y convertirlos en presidente, vice, gobernadores y líderes de la CGT de los argentinos. Esta gente cuando es acusada de negociados, no amenaza con parar el país, traga saliva y se hace un harakiri, o se cuelga con la corbata de la primer viga que encuentra.

Por eso, si la isla se viene a pique, los argentinos necesitamos ser los primeros en darles albergue. Que nos cuenten cómo lo hacen. Que nos capaciten uno a uno. A cambio, los surtimos con videos de los goles de Messi, posters desplegables de Luli Salazar y asado de tira. Quién sabe: en medio de la desesperación, quizás alguno agarre viaje.

En 10 mts cuadrados de espacio, un argentino hace una protesta. Un japonés, pone un restorán. Con pescado crudo, un argentino alimenta al gato. Un japonés, hace un sushi. Con un pedacito de papel, un japonés hace un cisne de origami. Un argentino, envuelve un gramo de cocaína.

3 comentarios:

  1. Con ilusion e interes por los demas un argentino escribe cosas bonitas de un japones en un blog.Un japones las lee y las aplaude.

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  2. Ni tan tan, ni muy muy. Existen grandes diferencias entre una cultura, una raza, una política de Estado, una filosofía. Yo soy argentina, nunca envolví cocaína ni uno ni cien gramos y estoy invitada desde hace mucho tiempo a participar de clases de origami que dicta una amiga, también argentina. Pero lo más importante,si es posible, decile al autor del artículo que todavía quedan, argentinos honestos, capaces y locos que podrían gobernarnos sin hacernos perder nuestra identidad. Y que, si no le sale mucho, puede darse una vueltita por Fukushima en cualquier momento. Un gusto haber llegado a tu Blog. Pero este artículo no me gustó.

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  3. Este artículo me encantó. Estoy completamente de acuerdo, hay unas cuantas cosas que la mayoría de los argentinos deberían aprender, entre eso a dejar de lado el ego (tan argentino) y aprender a valorar y respetar a los demás, tal y como hacen los japos, son su maravillosa cortesía y su fuerte voluntad de trabajo (cosa que también falta en argentina, que acostumbra a hacer piquete para vivir de arriba).
    Muy bueno tu escrito. Te felicio

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